27/7/09

La Barbacana del Foso II

Una vez derrotados los zombies y el terrible ogro, los compañeros se dieron cuenta de que se hallaban en una cámara de tortura, con varios aparatos que parecían haber sido usados recientemente. Mártel encontró una trampilla que llevaba a un pasadizo secreto. Tras descansar, accedieron al pasadizo que era largo y angosto. Al final de éste, se hallaba una especie de cripta, con varias tumbas colocadas alrededor de toda la estancia. Poco después de llegar, comenzaron a salir cuerpos del suelo, sin duda ávidos de sangre. Estos seres eran terriblemente rápidos a pesar del aspecto que ofrecían, arremetiendo con sus garras e intentando arrancar la carne con sus dientes.
El descanso volvía a ser necesario tras acabar con los necrófagos. Mientras Gáremond realizaba una guardia, oyó pasos provinientes del único pasillo que daba a la sala. Pronto despertó a todos sus compañeros, todos esperaban algo terrible, pero un solo soldado de los que ocupaban la Barbacana apareció. Al verse superado ampliamente en número, corrió sobre sus pasos, probablemente a buscar ayuda. Gáremond y los suyos, que preveían sus intenciones, se escondieron de nuevo en el pasadizo secreto por donde habían accedido a la sala. Pronto se dieron cuenta que el guardia había alertado a otros cinco camaradas y buscaron incluso en los nichos de la sala sin gran éxito. Lo que sí descubrieron, fue una especie de túnel toscamente excavado en una de las tumbas.
Cuatro de los guardias accedieron al túnel, mientras, los dos restantes se mantenían vigilando la sala. Los compañeros decidieron que este era el momento ideal para atacar, y así lo hicieron. Los centinelas se vieron sobrepasados pero uno de ellos jamás salió de los túneles, lo que provocó cierta curiosidad entre el grupo. Un sinfín de galerías y un reguero de piezas de oro les aguardaba dentro, pero nunca encontraron al bandido desaparecido.
Prosiguiendo con la exploración, Mártel encontró una entrada oculta que llevaba a una simple puerta. Tras examinarla cuidadosamente, la elfa llegó a la conclusión de que se trataba de alguna especie de mecanismo, tras vacilar un segundo, ella misma giró la manivela de la puerta y se oyó un estruendo fuera de la estancia.
Accedieron entonces a una sala donde una horda de gnolls parecían querer comunicarse con ellos pero les fue imposible debido a que ninguno de los compañeros hablaban su idioma. Tras comunicarse póbremente con señas, los héroes decidieron no aceptar el trato que supuestamente proponían: 58 piezas de oro a cambio de algo de información y dejarlos marchar. Cuando se decidían a irse por otro camino, dos de los gnolls lanzaron sendas flechas hacia el grupo, la batalla había estallado.
Sin grandes dificultades, los compañeros se deshicieron de las bestias y continuaron la marcha, pronto, encontraron una gran roca que entorpecía el paso por uno de los corredores, el murciélago familiar de Mártel exploró más allá pero no pareció encontrar nada al otro lado.
La maga encontró otra puerta secreta pero una vez entraron, ésta se dio cuenta de que se trataba de una trampa e instintivamente gritó a sus compañeros que salieran del pasillo. Segundos después otra gran roca cayó y bloqueó el camino por el que habían accedido. Ahora mismo podrían estar atrapados y su única opción era seguir adelante.
Más adelante encontraron una cámara donde parecían vivir una banda de osgos, criaturas peludas emparentadas con los goblins. Al igual que pasó con los gnolls, los compañeros no pudieron entender su lengua, pero esta vez, Gáremond intentó que no corriera más sangre y llegaron a un acuerdo por el cual apartarían la roca que bloqueaba su camino a cambio de unas 50 piezas de oro. Algo que pareció excesivo a varios miembros de la comitiva.
Poco después lograron alcanzar unos túneles que parecían mejor decorados que el resto, un guardia les avistó y pronto emitió un sonido, corriendo hacia el fondo del pasillo. Los compañeros, que no estaban preparados para otra gran batalla, decidieron huir por otro corredor, logrando salir de la Barbacana por un pasadizo que no mucha gente parecía conocer.
Antes de volver al interior de la Barbacana, decidieron explorar una torre exterior. Allí se vieron atrapados por una masa gigante de telas de araña. Al cabo de unos segundos, una araña enorme hizo su aparición. Con gran destreza, pudieron acabar con el terrible arácnido e incluso encontrar algún tesoro oculto entre las viscosas telas.
Ya en el interior de los subterráneos, decidieron tomar otro camino por si encontraban algo que les ayudara contra los ocupantes de la fortaleza. Allí encontraron un estanque natural donde se vieron sorprendidos por un cangrejo de río gigante. Gáremond usó su condición de druida para lograr que el animal volviera a su guarida en el fondo del estanque, lo que les permitió recoger algunos tesoros hundidos en el agua.
Parecía que no les quedaba otra alternativa, si querían llegar hasta el fondo del asunto, debían enfrentarse a los centinelas de los que antes habían huido. Y así fue, una terrible batalla sacudió los cimientos de la Barbacana pero afortunadamente, no hubo que lamentar la pérdida de ninguno de los compañeros.
El sargento de las fuerzas a las que se enfrentaron, dijo algo así como: "Debo proteger al Nuevo Maestro", probablemente ése maestro era el último escollo que debían superar antes de volver como auténticos héroes a Hommlet.

1 comentario:

Martel dijo...

¿"Gáremond y los suyos"? ... Menos mal que al menos ha quedado reflejada mi incorformidad (y supongo que la de Éladar) con pagar a criaturas malvadas por mover una roca.