28/3/10

La Misión de Romag

Cuando terminaron de registrar la estancia, Elmo retiró una litera que estaba taponando la salida norte. Lía y Rosco prepararon su arco y su varita de proyectiles respectivamente, esperando lo que podría haber al otro lado. Siendo así tanto la flecha como dos proyectiles impactaron en el seno de una nueva banda de secuaces del templo. Éstos, conocedores de que había intrusos en la sala contigua, también lanzaron un par de jabalinas hacia los héroes. Una de ellas impactó en el hombro de Emén y dio el comienzo a un nuevo enfrentamiento que pareció bastante asequible. Antes de caer, los dos últimos guardias hicieron una señal para alertar probablemente a los ocupantes de la habitación contigua. Tras explorar detenidamente la sala, Lía se vio sorprendida por un hombre que se hallaba escondido en un barril. Se trataba de Eliot, un "druida" que sin embargo parecía tener otras habilidades. A pesar de las reticencias de Rosco, Gáremond se autoconvenció de que se trataba de un regalo de los dioses, un aprendiz a quién amaestrar y quien haría el trabajo sucio del druida. En realidad, Eliot aceptó acompañar al grupo sin mostrar el menor interés por el gnomo.
Accedieron a otra sala que estaba sospechosamente vacía y finalmente Gáremond dio un paso al frente y abrió la última puerta. Tras ella esperaba un sacerdote de alto rango, su sirviente y lo que probablemente sería su guardia personal, dos soldados con muy mala pinta.
Se trataba de Romag, sumo sacerdote del Templo de la Tierra. Éste dejó en evidencia a sus propias tropas, a quienes los compañeros habían derrotado sin gran esfuerzo pero a pesar de ello y tras la insistencia de Gáremond que argumentaba que quería unirse a la facción de la Tierra, Romag les propuso una misión para que demostraran su lealtad. El sumo sacerdote parecía querer hacerse con el control del Templo del Agua y pidió la cabeza de Belsorning. Su soberbia era tal que incomodó a Rosco, quien tras su máscara se repetía una y otra vez que no quería formar parte de todo esto. Finalmente pareció convencerse de que habría que guardar las apariencias ante Romag y seguir su juego, no tenían muchas otras alternativas. El sumo sacerdote concluyó su discurso advirtiendo que existían infinidad de espías y ojos de otras facciones encima de ellos, observando todas sus acciones. Al menos el grupo pudo descifrar el significado de la pirámide invertida, el Templo de la Tierra.
Tras descansar plácidamente y sin sobresaltos, continuaron con la exploración del complejo, los golpes de Elmo y Emén ayudados por la gran suerte y el valor que infundía Eliot, les sacaron de más de un apuro. Unos gnolls parecían haber caído en su propia trampa, varios ogros había ocupado una pequeña zona del templo y también procuraron salir de un pasillo atestado de huesos donde algunos parecían cobrar vida.
Los compañeros tenían ahora una misión, Gáremond estaba convencido de que ya pertenecía al Templo de la Tierra y Eliot con su serpiente parecía esconder muchos secretos.

2 comentarios:

Gáremond dijo...

Por supuesto que ya pertenezco al templo de la tierra jajajaja, por fin un club donde me aceptan :)

Eliot dijo...

Pues si aceptan a Gáremond sus requisitos de entrada son muy bajos, xD.

El público esta impaciente por conocer los secretos de Eliot y su serpiente, ¡espero que sean complacidos!