La semiorca se asomó por una de las pequeñas ventanas que daban al exterior de la torre, de repente, un flechazo salió disparado hacia ella sin revelar nada más en la oscuridad. Mártel abrió los candados que sellaban la puerta principal, sin preguntarse cómo había gente dentro si estaba cerrado por fuera, una vez lo consiguió, dos lanceros arrojaron sus armas contra ella y en un acto reflejo, cerró de nuevo las puertas. Gáremond, el druida, trató de prender fuego a la torre, consciente de que en el interior había enemigos, lanzó una antorcha por la ventana hacia el interior. Sólo pudo atisbar que una especie de cortinas negras ocultaban el interior de la edificación. Su estrategia no daba ningún fruto.
Tras un pequeño debate, Otis y Elmo se encararon a la puerta principal, aseguraban que había que atacar sin más dilación. Al abrir las puertas, Spugnoir lanzó un soporífero hechizo que dejó fuera de combate a unos cuantos soldados. La torre albergaba decenas de mercenarios y sería una dura tarea deshacerse de todos. Esta vez, la estrategia parecía funcionar, Otis y Elmo, apoyados por Emén y Máldor lanzaban sus poderosos ataques contra los soldados mientras el apoyo inestimable de los conjuros de Mártel y Gáremond inclinaban la balanza en favor de los héroes. El murciélago familiar de la maga elfa mordisqueaba a los adversarios que previamente habían quedado groguis por diversos conjuros.
Cuando las fuerzas enemigas vieron mermadas sus líneas, uno de sus líderes huyó por una puerta que llevaba a otra habitación. Sólo segundos más tarde, una sección del techo se abrió, dejando caer una gran bola de fuego que afectó a quienes estaban cerca de la entrada, entre ellos dos guardias enemigos. Elmo y Otis mostraron entonces todos sus recursos de combate, dejando patente que eran dos grandes luchadores.
Tras la batalla, Gáremond ofreció sus curaciones que Otis pidió que fueran para sus compañeros ya que él se veía capacitado para continuar a pesar de sus heridas.
Aunque varios miembros del grupo querían descansar, Spugnoir aseguró que si dormían perdería todos sus conjuros, ya que había perdido su libro arcano y no podría preparar nuevos encantamientos. Era por ello que su trato era quedarse con todos los pergaminos y libros de conjuros que se encontraran.
Tras inspeccionar la torre, vieron que probablemente el líder había huido por una trampilla escondida bajo un baúl en una de las habitaciones de la torre. Probablemente este pasadizo les llevaría a las entrañas del templo y así decidieron adentrarse en él. Elmo utilizó una lámpara de aceite que Emén había encontrado para alumbrar el camino, mientras el herrero mantenía su arco finamente tallado tensado por si había enemigos.
Llegaron a una estancia donde se vieron sorprendidos por un basilisco, Elmo y Otis quedaron paralizados pero momentos más tarde, Gáremond descubrió que se trataba de una ilusión. Con todo el grupo recuperado, de repente una estela llameante revoloteó por la estancia iluminando los cresoles y candelabros de la cámara, revelando dos puertas. - ¡Boccob!- Dijo Spugnoir, decidieron entrar en una de las habitaciones donde encontraron a un mago ya su diabólico familiar protegidos por una especie de esfera mágica. Sus conjuros no parecieron funcionar correctamente y al verse sobrepasado huyó por una puerta oculta en una sección de la pared, sellándola con magia tras de sí. Mientras Mártel y Gáremond inspeccionaban la sala, el resto de combatientes se adentraron en la otra estancia. Una fuerza invisible casi logra asestar un duro espadazo a Emén que sintió una pequeña ráfaga de aire provocada sin duda por una espada. Esto inquietó notablemente a los compañeros pero no los amedrentó. Emén viendo peligrar su vida, salió de la estancia por lo que fue recriminada por Otis y, en un violento golpe, el terrible enemigo alcanzó mortalmente a Máldor. Otis entró en cólera y finalmente pudo deshacerse del enemigo que al expirar su último aliento reveló su verdadera identidad, una semiorca, probablemente líder de alguna sección del templo.
Las lágrimas corrían por el rostro de Otis, que dijo que había que enterrar a Máldor como si se tratara de un héroe y recriminó una vez más a la semiorca por haber huido, aunque esta se vio claramente afectada por la muerte de su compañero. Tras una pequeña plegaria, siguieron con su búsqueda.
En la estancia del mago, vieron que había un plano colgado en la pared que Gáremond se apresuró a investigar. Al descolgarlo una violenta descarga flamígera explosionó en el interior de la cámara fulminando a Mártel y dejando al borde de la muerte a Gáremond.
La búsqueda del orbe se estaba convirtiendo en una pesadilla y tras llorar la muerte de la maga, accedieron a la cámara secreta por donde había huido el mago.
Entraron a una especie de estudio con varios objetos muy interesantes, entre ellos una caja a la que sólo Gáremond pudo acercarse, el resto parecían indisponerse cuando se acercaban a ella. El druida la abrió y comprobó que contenía el Orbe de la Muerte que tanto habían sufrido por encontrar. Otis le advirtió que ni si quiera lo tocara ni intentara usar su poder, lo que el druida acató a la perfección.
Decidieron volver a Hommlet donde se entrevistarían una vez más con Burne, este les explicó que su búsqueda no había concluido, el orbe estaba incompleto y debían forjar una poderosa atarraga para, una vez completo, destruirlo para siempre. El mago se veía preocupado, pues dijo que una pareja de sicarios habían venido al pueblo en busca de venganza por la muerte de Lareth, esta nueva oleada del mal se estaba cobrando demasiadas vidas inocentes.
Otis, el herrero, dijo que su misión con el grupo había concluido, debía volver a Nulb donde su negocio estaba póbremente atendido y confirmó que podría forjar la atarraga, siempre que le proporcionaran los materiales necesarios.
Cuando las fuerzas enemigas vieron mermadas sus líneas, uno de sus líderes huyó por una puerta que llevaba a otra habitación. Sólo segundos más tarde, una sección del techo se abrió, dejando caer una gran bola de fuego que afectó a quienes estaban cerca de la entrada, entre ellos dos guardias enemigos. Elmo y Otis mostraron entonces todos sus recursos de combate, dejando patente que eran dos grandes luchadores.
Tras la batalla, Gáremond ofreció sus curaciones que Otis pidió que fueran para sus compañeros ya que él se veía capacitado para continuar a pesar de sus heridas.
Aunque varios miembros del grupo querían descansar, Spugnoir aseguró que si dormían perdería todos sus conjuros, ya que había perdido su libro arcano y no podría preparar nuevos encantamientos. Era por ello que su trato era quedarse con todos los pergaminos y libros de conjuros que se encontraran.
Tras inspeccionar la torre, vieron que probablemente el líder había huido por una trampilla escondida bajo un baúl en una de las habitaciones de la torre. Probablemente este pasadizo les llevaría a las entrañas del templo y así decidieron adentrarse en él. Elmo utilizó una lámpara de aceite que Emén había encontrado para alumbrar el camino, mientras el herrero mantenía su arco finamente tallado tensado por si había enemigos.
Llegaron a una estancia donde se vieron sorprendidos por un basilisco, Elmo y Otis quedaron paralizados pero momentos más tarde, Gáremond descubrió que se trataba de una ilusión. Con todo el grupo recuperado, de repente una estela llameante revoloteó por la estancia iluminando los cresoles y candelabros de la cámara, revelando dos puertas. - ¡Boccob!- Dijo Spugnoir, decidieron entrar en una de las habitaciones donde encontraron a un mago ya su diabólico familiar protegidos por una especie de esfera mágica. Sus conjuros no parecieron funcionar correctamente y al verse sobrepasado huyó por una puerta oculta en una sección de la pared, sellándola con magia tras de sí. Mientras Mártel y Gáremond inspeccionaban la sala, el resto de combatientes se adentraron en la otra estancia. Una fuerza invisible casi logra asestar un duro espadazo a Emén que sintió una pequeña ráfaga de aire provocada sin duda por una espada. Esto inquietó notablemente a los compañeros pero no los amedrentó. Emén viendo peligrar su vida, salió de la estancia por lo que fue recriminada por Otis y, en un violento golpe, el terrible enemigo alcanzó mortalmente a Máldor. Otis entró en cólera y finalmente pudo deshacerse del enemigo que al expirar su último aliento reveló su verdadera identidad, una semiorca, probablemente líder de alguna sección del templo.
Las lágrimas corrían por el rostro de Otis, que dijo que había que enterrar a Máldor como si se tratara de un héroe y recriminó una vez más a la semiorca por haber huido, aunque esta se vio claramente afectada por la muerte de su compañero. Tras una pequeña plegaria, siguieron con su búsqueda.
En la estancia del mago, vieron que había un plano colgado en la pared que Gáremond se apresuró a investigar. Al descolgarlo una violenta descarga flamígera explosionó en el interior de la cámara fulminando a Mártel y dejando al borde de la muerte a Gáremond.
La búsqueda del orbe se estaba convirtiendo en una pesadilla y tras llorar la muerte de la maga, accedieron a la cámara secreta por donde había huido el mago.
Entraron a una especie de estudio con varios objetos muy interesantes, entre ellos una caja a la que sólo Gáremond pudo acercarse, el resto parecían indisponerse cuando se acercaban a ella. El druida la abrió y comprobó que contenía el Orbe de la Muerte que tanto habían sufrido por encontrar. Otis le advirtió que ni si quiera lo tocara ni intentara usar su poder, lo que el druida acató a la perfección.
Decidieron volver a Hommlet donde se entrevistarían una vez más con Burne, este les explicó que su búsqueda no había concluido, el orbe estaba incompleto y debían forjar una poderosa atarraga para, una vez completo, destruirlo para siempre. El mago se veía preocupado, pues dijo que una pareja de sicarios habían venido al pueblo en busca de venganza por la muerte de Lareth, esta nueva oleada del mal se estaba cobrando demasiadas vidas inocentes.
Otis, el herrero, dijo que su misión con el grupo había concluido, debía volver a Nulb donde su negocio estaba póbremente atendido y confirmó que podría forjar la atarraga, siempre que le proporcionaran los materiales necesarios.
5 comentarios:
Valor de desafío 100: master provocador ("he olvidado contaros que hay en la habitación") + Luis desatado ("no podemos vencer al monstruo invisible, así que huyamos abriendo todas las puertas cercanas"). Era imposible superarlo con mi nivel... Lástima el paladín, después de estar al borde de la muerte se levanto y volvió a luchar, cosa poco común en nuestro grupo.
Manolo, cuando sepas el nuevo personaje de Juanjo me avisas. Uno de los dos tiene que ser un pícaro; si él se lo hace, entonces yo me haré otra cosa.
Alguien tiene que asumir el liderazgo del grupo o váis a pasarlo muy mal. Y la opción de que Luis sea el líder ni si quiera tenéis que contemplarla... xD
Pero que Garamond sea nuestro líder es toda una declaración de intenciones, ¿y si ponemos a otro y toman a nuestro grupo como aventureros serios? Así nunca defraudaremos a los que nos contratan, xD.
Por otra lado, para hablar un poco de las estadísticas de la partida...
20 horas sin cronómetro: 0 bajas
40 minutos con cronómetro: 2 bajas
Me gustaría preguntar sobre las miniaturas que utilizáis. ¿Donde las conseguís, que fabricante y si son baratas?
He empezado a masterear Village of Hommlet y solo tengo las 4 minis de los jugadores.
Un saludo y gracias.
Saludos RAHG,
pues las miniaturas vienen un poco por todas partes, en la batalla de la torre en concreto y en la barbacana del foso he utilizado mayoritariamente las miniaturas que venían en un juego de mesa de los 90 llamado Battlemaster, ahora mismo imposible de conseguir. Los héroes son casi todos miniaturas del señor de los anillos (games workshop), que son bastante caras y también hay alguna otra de las miniaturas publicadas de D&D en la tercera edición. En la tienda on-line dracotienda.com tienes algunas de las que te he dicho pero lo mejor es que vayas a una tienda especializada y que compres lo que más se ajuste a lo que quieras.
Gracias por tu comentario y ánimo dirigiendo La Villa de Homlet.
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